
Sí, creo profundamente que todos somos creadores en cierta medida, unos poseen el envidiable don de crear música, otros historias, pero todos somos creadores de nosotros mismos, quizás nuestra obra más importante y la más compleja, pues es una obra que jamás acaba, continuamente nos vemos con las manos llenas de greda, o algo similar modificando, destruyendo y volviéndonos a crear, puliendo asperezas, y entre más buscamos , más encontramos por arreglar, una tarea compleja somos, pero que se disfruta, y si! a veces aterra, aterra lanzar el trabajo, muchas veces recién terminado, si lanzarlo al piso romperlo, y comenzarlo otra vez, ¿Qué haré?¿por dónde comienzo?, ¿o continuo con el trabajo anterior?, es muchas veces una sensación “paralizante”, la que te embarga cuando al pararte miras los trozos de lo que fuiste o creíste ser, y te dices adiós, o le dices adiós al molde que construiste para ti, pero que no eras tú, y poco a poco, te vuelves a crear, partiendo de cero de un yo más auténtico, nacido de la experiencia, no del copiar pegar, nacido del silencio, de la reflexión, no del aislamiento patético del adolescente depresivo pintando para gótico, que gime por la crueldad del mundo, pero que se ata de manos en un rincón oscuro, si no de quien se sumerge en sí mismo, levemente pero para luego volcarse en los otros, en el entorno, con más honestidad, con más entrega, con amor, y luego vuelve en sí mismo, a edificarse, toma del entorno, del universo, y se llena de él, de la greda cósmica, se pule cuanto sea necesario para poder dar más, entonces entiendes que no solo eres creador de ti, ni para ti mismo, sino de un mundo, un mundo mejor si lo quieres, para compartirlo con los demás pero que básicamente parte de ti, de saber pulirlo cuanto sea necesario….de ser Dioses de nosotros mismos.