Uno no sabe el nombre de su enemigo hasta más adelante, ahí
te lo presentan hasta con apellido, antes solo es una maña, una rabieta, y uno
siente con tanta intensidad, la emoción es física, todo tu cuerpo reacciona,
todo tu cuerpo se ve envuelto.
Mi vida siempre fue prácticamente normal, no sufri grandes
enfermedades, es solo que siempre
recuerdo un vacio, al mirar hacia atrás, una soledad, unos brazos que buscaban
consuelo, y un anhelo de ser amada nunca saciado.
Comencé desde bien niña a pololear, siempre había un niño
que me gustaba, siempre un sueño pendiente, siempre un ideal a alcanzar,
enamoradiza, buscaba cariño, era complaciente, era cariñosa con ellos.
A mi primer pololo me costo demostrarle afecto, era un
terror enorme, el de sentirme vacia de dar tanto, quedarme con los brazos
vacios, quedarme sin nada de vuelta, pero algo paso y sobrelleve el miedo, pero
me quede en la otra vereda, esperando la reciprocidad, el amor de vuelta.
Primera visita al psicólogo, había ido por celosa, una vez enamorada,
sentir terror de perderlo, dejar de ser única, especial, perder el amor,
desconfianza, celos, control, todo eso termino con mi primer relación casi 3
años, y una depresión a los 16 años, plena adolescencia, etapa para conocerse a
si mismo y queremos, yo lo tenia claro, quería amor.
La depresión encontró un nicho perfecto donde refugiarse,
allí la tristeza y vacio crónica son indispensables, una adolescente gotica más
en concepción, escribia y tocaba el violin, un semblante palido, muy delgada,
hermosa, aquí la tristeza es ley, de repente alguien tan triste como yo, tan
perdido, tan bello, tan sensible, un flechazo, de casi 5 años, adornados
nuevamente de celos, desconfianza, temor y control, sumado a esto una depresión.
Un suspiro breve, abandonado el negro, cambiado por colores
vistosos y la lluvia por los bosques, la soledad por un conjunto de personas
amorosas, el amor era la ley, el amor y amarse, afecto a unos y otros, ser
vegetriana, raparse, botar lo negativo, transmutar, mantras e incienso, el
paraíso en la tierra, sanación, perdón, pero a veces solo a veces, ese vacio
punzante, ese nudo en la garganta, al ver una pareja feliz, una familia feliz,
alguien que te cuide, alguien que este
para ti, me hacia encapricharme, y soñar con cualquiera que cumpliera un minimo
de requisitos, y obsesionarme con todo lo relacionado con el y armar una vida
imaginaria.