Entonces
el camino se abrió mientras se dejaba llevar por el sonido que parecía
inundar su cabeza, no sentía su cuerpo, pero esta vez se sentía a si
misma
Y en un acto de liberación lentamente comenzó a desnudarse de aquello que le aprisionaba el corazón,
Rostros, nombres, situaciones, se desdibujaban, como un cuadro bajo la lluvia, sus colores se pierden
Colores que a veces trae el viento, con un sentido, luego se borran, se olvidan, entre el roce del violeta manantial.
sus manos, sus brazos nunca los vio tan luminosos,
la piel casi traslucida bañada por el inocente juego de las aguas que la refrescaban,
el contacto sanador que inundaba cada poro parecía llegar hasta lo más profundo de ella misma,
como los haces de luz que se asoman entre las nubes solo para iluminar y guiar el camino,
luego de una poderosa tormenta o un cielo gris
O tal vez los primeros rayos del sol luego de una fría noche, que pareciesen no solo sanar el cuerpo sino hacerte recobrar, y recordar tu divinidad
inundaba todo
asi las aguas llegaban a rincones desconocidos u olvidados
Arrastraban en su oleaje aquello que pesa
que aprieta, que nos hace dudar
limpiando, y perdonando
una danza de redención.
en la orilla nuevamente
y mientras se vestía, sus pies acariciaban la tierra
había llovido hace poco, se dijo pero ” más allá el bosque es más verde”
pero en ese desear, apareció el deseo,
y un manojo de margaritas, aparentemente simples capturó su atención
entonces mientras extendía el brazo reconoció el brillo de sus espinas a tiempo para contenerse
estando tan cerca retrocedió, y siguió su camino
adentrándose en el corazón del bosque, así se desvaneció
la paz que experimentó en aquel momento fue tan inmensa que tuvo cuidado en moverse demasiado, hablar, pensar, hasta respirar pues no quería perturbar el haz blanco de luz que entraba por su cabeza,
esta vez ya no perdería la conexión.
Esta vez el silencio fue la mejor opción.
Y en un acto de liberación lentamente comenzó a desnudarse de aquello que le aprisionaba el corazón,
Rostros, nombres, situaciones, se desdibujaban, como un cuadro bajo la lluvia, sus colores se pierden
Colores que a veces trae el viento, con un sentido, luego se borran, se olvidan, entre el roce del violeta manantial.
sus manos, sus brazos nunca los vio tan luminosos,
la piel casi traslucida bañada por el inocente juego de las aguas que la refrescaban,
el contacto sanador que inundaba cada poro parecía llegar hasta lo más profundo de ella misma,
como los haces de luz que se asoman entre las nubes solo para iluminar y guiar el camino,
luego de una poderosa tormenta o un cielo gris
O tal vez los primeros rayos del sol luego de una fría noche, que pareciesen no solo sanar el cuerpo sino hacerte recobrar, y recordar tu divinidad
inundaba todo
asi las aguas llegaban a rincones desconocidos u olvidados
Arrastraban en su oleaje aquello que pesa
que aprieta, que nos hace dudar
limpiando, y perdonando
una danza de redención.
en la orilla nuevamente
y mientras se vestía, sus pies acariciaban la tierra
había llovido hace poco, se dijo pero ” más allá el bosque es más verde”
pero en ese desear, apareció el deseo,
y un manojo de margaritas, aparentemente simples capturó su atención
entonces mientras extendía el brazo reconoció el brillo de sus espinas a tiempo para contenerse
estando tan cerca retrocedió, y siguió su camino
adentrándose en el corazón del bosque, así se desvaneció
la paz que experimentó en aquel momento fue tan inmensa que tuvo cuidado en moverse demasiado, hablar, pensar, hasta respirar pues no quería perturbar el haz blanco de luz que entraba por su cabeza,
esta vez ya no perdería la conexión.
Esta vez el silencio fue la mejor opción.
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