Había dormido, no muy bien pero al menos lo había hecho, y al ser
consciente de su cuerpo nuevamente volvió a sentir el roce de la manguera plástica
que viajaba por su garganta y desde su nariz, no era algo agradable, el suero
que la mantenía hidratada la hacía sentir prisionera, cada cierto tiempo
alguien miraba su ficha y decía casi susurrando el diagnostico, “agresión por drogas” entonces la
miraban con un poco de lástima, se sentía
fuera de lugar, alguien a quien se debe odiar, después de todo solo la rodeaban
personas que querían vivir, es muy fino el hilo que separa la vida de la muerte
después de todo, se sentía débil aún, adormecida,” deben odiarme” pensó, “solo
doy problemas”, si esto es la vida, no me siento con ganas de vivirla…
La habían visitado
sus padres, amigos, un sacerdote y un grupo de no sé qué iglesia, ¿volverás a
intentarlo le preguntaba la Psicóloga? No lo sé, respondía ella, es que no se
que pueda suceder afuera, no sé cómo reaccionaré, me gustaría decirle que no,
pero no puedo…Cuando el enemigo es uno
mismo pero fuera tiene aliados es muy difícil, es estar sola.
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